
El peligro de las fracturas OSEAS en la tercera edad
Conforme pasan los años y llegamos a la tercera edad, el hueso trabecular (malla ósea que confiere solidez y fortaleza al hueso) sufre una pérdida paulatina pero muy acusada de densidad mineral ósea. Esta pérdida es más acusada en mujeres que en hombres.
El impacto de las fracturas óseas en la salud y en la esperanza de vida en la tercera edad es mucho más alto en comparación a otras patologías como infartos o cáncer. En datos de la Fundación Areces, en EEUU el número de fracturas óseas triplica anualmente al número de infartos y es ocho veces más que los casos de cáncer de nuevo diagnóstico.
De hecho, hasta el 50% de las mujeres de la tercera edad padecerán una fractura de este tipo. Sin embargo, en el caso de los hombres, este porcentaje cae hasta el 25%. Aun así, son datos altos y preocupantes que, como veremos, nos han de alertar sobre el peligro de las fracturas óseas en la tercera edad.
El dato que realmente muestra el peligro de las fracturas óseas en la tercera edad es la fuerte caída de la esperanza de vida asociada a una fractura ósea. En datos de la Fundación Areces, hasta el 25% de los mayores que sufren una rotura de fémur, fallecerán durante el primer año. De los que sobreviven, casi la mitad se convierten en personas dependientes.
Aumento de la densidad mineral ósea mediante actividad física.
Actualmente es posible provocar en nuestros mayores un aumento de la densidad mineral ósea mediante la realización de actividad física. Para ello, es necesario tener en cuenta una serie de “tips” importantes de cara a la planificación de estos entrenamientos.
La densidad mineral ósea se incrementa mediante entrenamiento de fuerza y entrenamiento de impacto. Estos dos tipos de entrenamiento provocan que las trabéculas óseas se orienten hacia las líneas de fuerza provocando un aumento de la densidad mineral ósea en las direcciones apropiadas.
En el caso del entrenamiento de resistencia, lo ideal es utilizar modalidades con impacto, como pueden ser la carrera, multisaltos (comba) o marcha, con una frecuencia semanal de al menos tres días a la semana, con una duración de 40 a 60 minutos por sesión y con una intensidad de entre el 70-90% del VO2 máx.
En el caso del entrenamiento de fuerza, lo aconsejable es un trabajo con una intensidad del 40-80% del 1RM, dividido en series de entre 8-15 repeticiones aproximadamente, seguidos de descansos entre series y ejercicios de entre 1 y 2 minutos.
Para un aumento de la densidad mineral ósea mediante actividad física es importante que la duración de los programas de entrenamiento sea de, al menos, seis meses.
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Autor del artículo. Es necesario el batido post-entreno
